A principios del Siglo XVIII, cuando Felipe V decidió
construir el palacio de la Granja, el camino
directo desde Madrid a este palacio era el de la Fuenfría.
Esta reforma tuvo una vida corta se utilizó menos de
100 años, desde el reinado de Felipe V a principios del siglo XVIII hasta que se inauguró la
carretera del Puerto Navacerrada en los primeros años del reinado de Carlos IV
a finales del mismo siglo. En 1910, aficionados a la sierra crearon la sociedad
del ferrocarril que construyó el tren de vía estrecha de Cercedilla al Puerto
de Navacerrada, inaugurado en 1923 y en
los años posteriores a 1950 se prolongaría hasta el Puerto de los Cotos. Este
trenecillo se creó con la finalidad de acercar la nieve hasta los madrileños, y
en ello acertaron plenamente, porque su construcción fue decisiva en el
desarrollo del esquí en la Sierra de Guadarrama.
Desde los años
40 a los 70, los domingos en la temporada de esquí
los trenes iban absolutamente atiborrados, puede decirse realmente que iban
llenos hasta los topes. La gente viaja sentada en los estribos y en las
plataformas de paso entre vehículos. En las estaciones intermedias había que
bajarse por las ventanillas, era imposible que la gente alcanzara las puertas.
Durante estos años los inviernos eran realmente crudos y se cerraba el Puerto
de Navacerrada por la nieve. En estas situaciones la única forma de llegar era
el ferrocarril, tanto para los pasajeros, como para el abastecimiento de
hoteles, clubs y fondas que había allí...
En cambio, los carreteros eran las personas
encargadas de limpiar y cuidar el acceso hacia Segovia que ensamblando una
pareja de bueyes tiraban de una pesada cuña de hierro. Y así limpiando el paso de la carretera. Cuando
bajaba un poco la cantidad nieve hacia finales de abril o principios del mes de
mayo, puesto que desde diciembre hasta esta fecha el acceso cortado y solo los que eran más osados
con el esquí o los que iban andando para cuidar de sus animales que puede ser,
quedaron atrapados por la nevada, cruzaban el valle..
El esquí es algo más que un deporte: es una forma de
vida. Mucha gente esquía a lo largo de todo el invierno, mientras que otros, lo
hacen una o dos veces al año. Todos
persiguen los mismos objetivos:
-
El
bienestar del ejercicio físico en la montaña y la belleza del paisaje.
El origen está en el esquí nórdico, que después se
introdujo en Centroeuropa como deporte alpino.
El esquí nórdico tal como lo practicaban los noruegos,
no podía trasplantarse directamente a los países de Centroeuropa. El terreno
era muy diferente: altos puertos, montañas escarpadas y valles estrechos que necesitaban una
técnica distinta a la utilizada en el paisaje llano de Escandinavia. Así el
esquí nórdico se ha adaptado a las condiciones alpinas, naciendo así el esquí
alpino con sus tres modalidades: la de descenso, la gigante y la especial. Y
con la ultima disciplina de estilo libre y acrobático.
Los fundamentos de la técnica alpina los estableció
Mathias Zdarsky, inspirado, por la descripción de Nausen de su expedición a
Groenlandia.
Nacido en
VALSAIN en 1927, Jesús Martín Merino está considerado como
pionero -uno de los mejores fondistas- que tuvo España desde los años 1950 a 1964.
Su carrera,
la ha realizado en
solitario: Tales hazañas, luchaba contra
el cronometro y con una escasa huella, siendo la mayoría de las veces, a
consecuencia de las intensas nevadas de esa época. Jesús Martín
Merino llevó
el esquí de fondo de esa época hasta su apogeo, convirtiéndolo en una de las
actividades más importantes del esquí moderno. Potenciando el fondo como evento
deportivo y rehusando cualquier medio artificial:
“El fondista
se enfrenta a la montaña con sus solas
capacidades”.
Colocó esta afición, bajo la doble advocación de la
tierra con sus ríos y la nieve.
Al cabo de los años he comprendido la importancia
que ambos tuvieron para mi padre, en su
vida. De no haber sido esquiador hubiera sido pescador. Y lo hubiese sido con
el mismo ardor y la misma voluntad que puso en esquiar.
Aparte de la montaña
y la naturaleza lo mismo le gustaba un curso de un río que un campo de nieve y podía
emocionarle tanto el surco curvilíneo de las corrientes, como el rastro sinuoso
de sus esquís. Uno y otro dan fé, de un mismo amor.
Fue en el VALSAIN de su infancia dónde conoció por
primera vez la nieve. Para algunas personas la nieve significaba fiesta, para
JMM el primer encuentro con unos esquís no
comprendió inmediatamente su utilidad, pero si captó su importancia. Por
su cuenta, los probó haciendo pequeños
descensos, en las pendientes situadas en las laderas de Navacerrada. Ignoraba
entonces que su vida habría de estar consagrada al esquí. A ese esquí, que
comenzó a amar con pasión, y no sólo era en invierno, era también sus
entrenamientos en verano.
Que yo recuerde, una tarde llegó a casa
completamente agotado, lívido. El agua fría del arroyo dónde se había bañado y
el esfuerzo de la ascensión a la montaña de Peñalara y Siete Picos, habían
aniquilado sus fuerzas. Pero llegó feliz
a casa, diciendo:
“la tierra no
se gana realmente sino por el esfuerzo de uno”.
Siempre quiso ver claro por si mismo y sin
decir rodeos, la actitud que le
llevó a amar tanto la naturaleza. Desde
luego hablaba de la montaña. Pero
también de lo que hallaba en ella.
Sus descensos más difíciles fueron otras tantas
etapas de su vida cuyo alcance ahora percibo, así como, su significado y su valor, que a mi personalmente me han
ayudado a vivir y me ayudaran a menudo a
extraer su substancia, pensando siempre,
que el amor en lo que hagas te
ayudará a triunfar en la vida.
Para esto que está, tan relacionado con el esquí,
por último diré:
Que descender por una pendiente con esquís es algo
profundamente bello. Con un material mínimo, quien deja su rastro en su
montaña, se sitúa en un universo tan grandioso que, aunque sea en una parte ínfima, de esa belleza,
recae sobre él y le magnifica.
En un viraje hay una fracción de segundo en la que
el esquiador está suspendido en el aire, sin contacto con la nieve. Los esquís
perforan el vacío, la mirada percibe la inclinación de la pendiente con una
agudeza extraordinaria y en ese mismo instante uno puede decirse que es
algo, más que un hombre con sus
limitaciones. Y se produce un fenómeno maravilloso: una toma de conciencia de
esos momentos que hacen que el hombre, se supere a si mismo y alcance un
desarrollo que es plenitud.
Yo personalmente vivo ese fenómeno con tal
intensidad, que he hecho del mismo, objeto de mi vida y deseo compartirlo.
Cualquier persona puede engrandecerse a su manera y sobre todo cuando se deja
aparte toda competición. Los medios no faltan pero lo importante es que se sepa
percibir, que se pueda aprovechar la ocasión y se desee dar ese paso adelante
que nos abre tantos horizontes para vivir de cuando en cuando algo más que la
cotidianidad y para que la vida sea respirable.
Este es el objeto de mi vida. Voy al fondo de las cosas, al fondo del
aburrimiento y de la duda, al fondo de mis limitaciones, para actuar aceptando
todas las consecuencias de mis actos. Conociendo de sobras el riesgo en la
montaña yo sé que aventuro mi vida cuando realizo un descenso muy empinado y
difícil. Pero acepto ese peligro casi con alegría en el corazón, porque gracias
a él puedo vivir. Gracias a él experimentaré
unas tensiones de gran riesgo extremo como las que viví lanzada en los glaciares… También unos goces
fantásticos.
Yo no tengo entrenamiento específico y no creo que
lo haya, sencillamente procuro mantenerme siempre en condiciones, se entiende en condiciones fisicas y psicologicas.
¿Por qué he optado por enseñar sólo que
el esquí?: Porque únicamente me gusta
eso. Practicando exclusivamente sólo lo que me agrada no me saturo nunca.
Tan pronto como nieva, calzo los esquís y ese afán de esquiar no me abandona jamás.
Para mí es un elemento primordial poder estar disponible continuamente para
responder a esa necesidad. Durante todo el invierno esquío (siempre que mis
actividades) me lo permitan.
Durante el verano, ahora walking nordic, correr… Me mantiene en forma
en un ambiente en el que no me canso jamás. El otoño es la época de la
bici. Para mí no hay mejor entrenamiento
que una actividad física intensa y permanente. Ésta se desarrolla siempre
próxima a la naturaleza, porque necesito una mínima comunicación con los elementos. Nunca he podido entrenarme
en un estadio o en un gimnasio. En cuanto a esquiar sobre piedras o en una nevera no tiene sentido: los nadadores no se
entrenan en una palangana.
Romanticismo o utopía: poco importa. Porque sé,
cuanto experimento en esos instantes tan
intensos y sé, además a dónde conduce. Procuro así que la vida, incremente mi
devoción para poder sentir, realizar y obtener el máximo beneficio de lo que con nuestras solas capacidades, es
posible conseguir.
….A quién me enseñó tanto…. 12 de enero de 2008